No todos los días se llega a trabajar con un genio de la música. Si editar al gran Wilfrido Vargas, el rey del merengue, ha sido un honor y un privilegio, haberme convertido en su amigo es algo que recordaré con cariño y gratitud por el resto de mis días.
Su libro es una confesión con ritmo y armonía, revela sus facetas más íntimas y nos obsequia pequeños secretos alrededor de sus mayores éxitos musicales. Mientras la gente veía en el escenario a «El hombre divertido», en lo cotidiano el artista luchaba constantemente con algo a lo que no ha podido darle nombre, que le impedía dormir. Una especie de trastorno de ansiedad.
El que escribe no es el showman, sino un hombre sensible que recuerda, gracias a una memoria prodigiosa, momentos clave de su existencia.