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Residente asume el rol de vigilante de la industria musical en su cruzada personal y pública contra J. Balvin, al igual que él, otra figura archifamosa de la música latinoamericana, en especial del género urbano. Dice estar preocupado —más bien intranquilo— y para demostrarlo graba un temazo de más de ocho minutos con Bizarrap, que se oye maravillosamente bien con y sin audífonos, porque suena con fuerza y tiene un ritmo del carajo.
Es bueno. Muy bueno. Apenas lo oyes, te mueves.
Pero en esta producción impecable, con líricas frontales que despellejan a Balvin, sobran también algunas trampas, clichés y frases hechas que confunden gimnasia con magnesia. Nada nuevo. Y eso me irrita. Un poco. Aunque aclaro, esto lo escribo pa divertirme.
La fijación del puertorriqueño con el colombiano —lo más sabroso para la música porque despierta el morbo— me importa poco por dos razones: primero, no me meto con el marketing de los ricos, allá ellos dos y sus sellos; segundo, aunque me gustan muchas canciones de reguetón, salvo a Tego Calderón y al propio Residente, no distingo con claridad entre unos cantantes y otros. Soy de los viejos de la salsa, si lo supiera Rubencito.
A mí lo que me disgusta es esa pose baratonga de abanderado de la ética, como si a estas alturas condenar otra vez a Trujillo (o a Videla, Batista, Franco, Somoza o Pinochet) y meter en una rima la justa defensa de la causa Palestina (cuando impongo disciplina como en China) no sea lo más fácil de este mundo (como pelar cáscaras de mandarina).
Residente, por favor, qué sueño. Allí el cómodo eres tú.
Son poquísimos los idiotas que aún se atreven a justificar los asesinatos y otros crímenes de esos monstruos. Impresionante sería verte aprovechar tu alcance mientras descoses a Balvin para condenar también la invasión de Rusia a Ucrania, por ejemplo, o las actuales tiranías de Maduro y Ortega; aunque fuera en Instagram, con una línea hueca que diga: “El pueblo, luchando; los están matando”.
Hace falta más que una gorra con una erre como marca para encaramarse al Olimpo de la conciencia política. Sobre el castrismo y los pobres censurados de Cuba te pronunciaste por fin —menos mal— en 2021. No vendas humo. Antes, por omisión, la historia contemporánea también te dio al menos un bofetón.
Dices que no te fías de las estrellas de las plataformas digitales. Perdona, Miguel Ángel Buonarroti, pero tú eres también hijo de la industria, qué duda cabe. Criticarle a otro que use muchas de las fórmulas de las que se ha valido tu propia carrera musical tiene un nombre, se llama hipocresía. Y eso sí que es vergonzoso. ¿Lo tuyo no es negocio, socio? Me ahorro el pendejo, pero no seas mentiroso.
Insisto, no defiendo a Balvin, no lo sigo. Solo sé que se pinta el pelo. No sé si su música es buena o mala o prefabricada. Tampoco sé si sea racista, tal vez lo sea, no tengo idea. Pero ya que hablamos de oprimidos e injusticias, dinos algo, Residente: ¿en qué crees que te convierte criticar con sorna que un hombre mame pinga y trague más leche que un condón? ¿En un barrabrava? ¿O en una especie de macho homófobo?
Ropopompón.
A mí en general me gusta tu música, tu gracia, tu arrojo y tu presencia en una tarima, he tarareado y he bailado tus canciones desde el principio, celebro tu atrevimiento y también, a veces, tu rabia combativa, como cuando te plantas para defender la independencia de Puerto Rico. Si me preguntan, aunque no tengo cómo saberlo, diría que eres un buen tipo, una persona comprometida con sus ideas y no me costaría creer que te involucras en causas sociales. No quiero que se me malinterprete. Te considero, además de famoso, muy talentoso. No me meto contigo ni con tu trayectoria, sino con la postura políticamente arrogante y tan pretendidamente impoluta que se desprende de varios de tus versos en este tema. Y en otros.
Para seguir jugando con tus palabras, me voy a llevar un par antes de irme:
¿Hablas de respeto a todo aquel que escribe? Hermano, esos sí que son delirios de grandeza. Tómate tu cerveza y tírale a quien quieras, pero hazte un favor y no te mientas, que el diablo sabe más por viejo, te lo doy como un consejo: abandona esos aires de superioridad literaria; tú eres un compositor que rima Nilo con cocodrilo, no eres Virginia Woolf ni García Márquez, no eres Onetti, Hemingway, Cervantes, Lorca, Dostoievski ni Calvino.
Este texto fue publicado originalmente en Sello Cultural.