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Leo Felipe Campos
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No todo es cuestión de fe

Nos prestaron, para volar, unas alas que estaban rotas.

  • 10 septiembre 2025

Siempre que se rompe un sueño, duele. Y hay fracturas que se viven como un duelo.

Venezuela ni siquiera logró clasificar al repechaje para el próximo Mundial de fútbol, a pesar de que se amplió un cupo en las eliminatorias sudamericanas.

Para quienes aún no están muy enterados del formato, en esta ocasión, de 10 países de la Conmebol, 6 estarán en la fase final del torneo y 1 tendrá una última oportunidad contra selecciones de otras confederaciones. Es decir, que solamente 3 se quedaron por fuera. Y Venezuela estuvo entre ellos, junto a Chile y Perú.

Siempre que se derrumba una ilusión, hay frustración, y de algunos descalabros resulta muy difícil reponerse. Veamos algunas cifras que hieren: de 18 partidos que tuvo la eliminatoria entre septiembre del 2023 y septiembre del 2025, Venezuela apenas pudo ganar 4.

Es un porcentaje de victorias paupérrimo si pretendes codearte con las mejores selecciones del planeta. De hecho, la Vinotinto no fue capaz de triunfar ante ninguna de las que ocuparon los primeros cinco puestos: Argentina, Ecuador, Colombia, Uruguay y Brasil.

Contras ellas, apenas 5 puntos de 30 posibles.

No sumó ni un punto en los últimos tres partidos, en los que recibió hasta 11 goles.

Me atreveré a hablar por todos los fanáticos venezolanos: lo que más nos ha lastimado es la forma.

La Vinotinto está en el lugar que merece porque ha jugado bastante mal. Y buena parte de la frustración y el dolor se debe a que hasta la última fecha teníamos oportunidad de obtener ese cupo al repechaje, jugando en casa, con una asistencia masiva de público y ante una selección (Colombia) que ya estaba clasificada y que introdujo hasta seis cambios con respecto a su última formación titular: de su línea de fondo solamente repitió Davinson Sánchez.

Esto es importante resaltarlo, Colombia jugó con un equipo alternativo y aun así goleó a Venezuela como visitante.

Seis goles.

Seis.

Cada uno abrió una nueva herida en un corazón que dejaba de latir.

II

¿Es tan grande la diferencia entre una selección y la otra?

¿Es tanta la distancia futbolística que hay entre Ecuador y Venezuela, o entre Uruguay y Venezuela, o entre Paraguay y Venezuela?

Sí. Lo es. Por cultura futbolística, por estructura y por aprovechamiento del talento. Y no es algo nuevo.

De modo que otra parte del dolor y de la frustración nace de unos deseos genuinos de celebrar alegrías, de ocupar otro espacio, de alimentar nuevas esperanzas, pero con unas expectativas poco realistas.

Muchas veces, la fe se alimenta de espejismos.

Los mayores referentes de la Vinotinto son jugadores importantes en sus clubes, algunos han tenido carreras brillantes, como la de Salomón Rondón, a quien le debemos innumerables alegrías, pero no han sido ni son estrellas de talla mundial y, salvo algunas excepciones, tampoco han logrado afianzarse durante varios años seguidos en el mismo club.

Hombre a hombre, estamos por debajo de lo que la mayoría de los fanáticos (y periodistas) creen.

Citaré un ejemplo, aunque suene incómodo: uno de nuestros volantes creativos con más desequilibrio es Yeferson Soteldo, un jugador habilidoso y con un talento indiscutible. Desde la temporada 2020-2021, Soteldo ha militado en el Santos de Brasil; Toronto de la MLS; Tigres de la UNAM de México; otra vez Santos y otra vez Tigres; Gremio y por último Fluminense, ambos de Brasil. Desde entonces (puede que la cifra no sea exacta, pero será muy aproximada) ha marcado unos 15 goles y ha repartido unas 25 asistencias.

Nada mal en apariencia. Por eso la afición suele pedir que juegue siempre.

Pero si lo comparamos con Giorgian De Arrascaeta, de Uruguay, por hablar de un volante que no milita en clubes europeos, sino en su misma liga, entenderemos la dimensión de lo que es un deportista consistente y consolidado que brilla con luz propia como pilar de su equipo. En el mismo período, este uruguayo ha marcado unos 60 goles y ha repartido unas 62 asistencias con el Flamengo de Brasil.

Uruguay, además, tiene a Olivera en Nápoli, a Betancur en el Tottenham, a Ugarte en el Manchester United y a Valverde como uno de los actuales capitanes del Real Madrid. De paso, Darwin Núñez, hoy delantero en la liga saudí, brilló en el Almería y en el Benfica y tuvo un paso destacado por el Liverpool.

En Ecuador, Moisés Caicedo se hizo un hueco como titular en el Chelsea después de pasar por el Brighton & Hove Albion de la Premier League. Hincapié estuvo asentadísimo en el Bayer Leverkusen de Alemania, ahora acaba de irse al Arsenal. Y William Pacho es titular del PSG de Francia con Luis Enrique como técnico, nada más y nada menos. Los tres, Caicedo, Hincapié y Pacho, tienen apenas 23 años. Dos de ellos son defensores centrales, el otro es lateral. Ya se sabe lo que alguna vez dijo un sabio al hablar de fútbol: un equipo se arma de atrás hacia delante.

Colombia tiene al mencionado Davinson Sánchez, hoy titular en el Galatasaray, campeón de Turquía, después de serlo en el Tottenham; Lucumí está en el Bologna de Italia y jugó siete partidos de Champions el curso pasado; Lerma va por su tercera temporada como titular en el Crystal Palace después de jugar cinco años con el Bournemouth, ambos de la Premier inglesa. Luis Díaz fue el gran fichaje del Bayern de Munich luego de disputar tres temporadas enteras con el Porto y cuatro con el Liverpool. A Richard Ríos lo acaba de fichar el Benfica de Portugal y a Jhon Arias los Wolves de la Premier.

De Argentina y Brasil, mejor ni hablar.

Venezuela tiene a Aramburu en la Real Sociedad, donde ahora también estará Yangel Herrera, quien tendrá que pelear por ser titular. Lo mismo le tocará a Salo, ya al final de su carrera, como refuerzo del Oviedo, un recién ascendido a La Liga. La mayoría de los indiscutibles de la Vinotinto militan en clubes de Latinoamérica y allí, nos guste o no, el fútbol es menos competitivo. Dos de nuestras mayores promesas, David Martínez y Telasco Segovia, están en la MLS, donde la presión es incluso menor, por mucho que juegues al lado de Messi, sino el mejor, uno de los mejores de la historia.

¿Quiere decir esto que menosprecio sus carreras? En lo absoluto, creo que son unos jugadorazos, Savarino me encanta, por ejemplo, igual que los Martínez (Josef y el Brujo), pero no son grandes figuras en clubes de élite y eso marca diferencias cuando se trata de ir a un Mundial de fútbol.

III

Claro que los nombres y apellidos de los jugadores por sí solos no determinan nuestra eliminación y que debajo de esto hay variables mucho más complejas, como lo que respecta a la toma de decisiones en la FVF y sus intereses políticos y económicos, en un país, no lo olvidemos, que malvive bajo el yugo de un régimen dictatorial que permea todas las capas sociales y donde han aumentado los índices de pobreza y desnutrición. Y así es más difícil, por mencionar una obviedad, desarrollar cualquier categoría menor de cualquier deporte.

Claro que el argentino Fernando “Bocha” Batista y todo su cuerpo técnico son tanto o más responsables que los jugadores. Su sistema táctico (el que fuera) nunca funcionó. Venezuela fue ampliamente superada por sus rivales en la mayoría de los partidos. Y las comparecencias del seleccionador en las ruedas de prensa fueron tristes, carentes de autocrítica. Por no mencionar la peor: su última no comparecencia. Espero que si aún no ha renunciado, esté a punto de hacerlo.

Claro que los periodistas especializados y los medios se autocensuraron de forma constante, quién sabe si por miedo o por miopía, y no fueron capaces de ejercer la presión necesaria para que el entorno de la selección sintiese al menos una pequeña sacudida.

Claro que los eslóganes en torno a la fe y al sí se puede, así como nuestras ganas de creer que esta vez sería distinto, unas ganas hermosas y que debemos mantener a pesar del dolor y de la rabia, a pesar de que muy poco de esto está en nuestras manos, también hicieron su parte. Nos prestaron, para volar, unas alas que estaban rotas.

Claro que son muchas variables, muchísimas, en un momento en el que los venezolanos, millones de ellos regados por el mundo, necesitamos (o queremos) buenas noticias, algo con que soñar, con que ilusionarnos, con que esperanzarnos. Pero para ello es importante, repito, tener los pies en la tierra, asumir nuestra realidad y analizar todo con perspectiva.

¿Dónde estamos? ¿Cuál es el lugar que ocupamos en la actualidad? ¿Hasta dónde pretendemos llegar? ¿Tenemos lo que hace falta para ser verdaderamente competitivos? Si hay que vencer a otros, ¿es posible prepararnos mejor que ellos, tener mejores herramientas físicas y mentales?

Mano, quizás estamos donde debemos estar. Así es el deporte. Llora lo que tengas que llorar, levanta la cara y sigue empujando, sigue exigiendo. Abre bien los ojos sin perder la confianza del todo. Algunos descalabros generan cambios positivos; esperemos que este sea uno de ellos. Porque el azar existe y a veces ayuda, pero, por lo general, en la vida los sueños no pueden cumplirse sin una planificación verdadera, a fondo. En ocasiones lenta y laboriosa.

No.

No dejes que te engañen. No te engañes. No todo es cuestión de fe.

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